Ante un nuevo 18 de octubre, es bueno reflexionar.
Han pasado cuatro años de aquel día en que nos encontramos todos en la calle. En aquel 18 de octubre de 2019, la jornada fue iniciada por estudiantes, alimentada por la rabia y el malestar ciudadano que veía que por más esfuerzo que le pusiera a su trabajo, la calidad de vida nunca cambiaba. Ello se agravaba por la burla que entregaba la clase política a través de los medios de comunicación.
En tiempos donde reclamábamos salud, educación, seguridad social, la condonación del CAE, sueldo digno, soluciones directas y urgentes, nos encontramos con el famoso «que todo cambie para que todo siga igual», el cual se hizo presente con intenciones por un lado y por la torpeza como consecuencia de la avaricia del poder, por otro. La constitución había que cambiarla, sin duda, pero un proceso no debía iniciarse sin haber entregado algunos grados de derecho y dignidad tangibles de manera inmediata a la ciudadanía.
Y los procesos constituyentes no han estado alejados de esto, pero con la agravante de tener un mundo que está dispuesto a volver a los embates más duros del fascismo, algo que está contagiando nuestra patria. Pero no solo alentado por la derecha partidista, también con mucha ayuda del oficialismo y el gobierno de turno, conscientes y otros no, un grupo que venía a «enterrar el neoliberalismo» se volvió funcional a él, reviviendo a personajes que el pueblo había olvidado y dejando de lado la disputa del sentido común y la batalla cultural, atrapándose en excusas legislativas, pero segregando aún los espacios con actos insólitos, hasta con marchas VIP.
Incluso, aún sabiendo de la derrota social que estaban sufriendo los sectores que buscaban transformaciones, iniciaron un nuevo proceso constitucional, lo más probable con una buena mirada en las arcas partidarias y la devolución de dinero por voto. Todos sabemos quiénes participaron de ese proceso, quiénes llevaron candidatos, qué nombres pusieron en esas listas y cómo llevaron a un país a legitimar una constitución escrita en dictadura.
Hoy las élites políticas y los medios de comunicación quieren criminalizar la fecha 18 de octubre para que signifique violencia y temor, no permitiendo una reflexión social, ni una conmemoración de mirada histórica. Buscan eliminar cualquier intención de dignidad popular, cualquier intento de participación ciudadana directa en las decisiones del país, más bien, hacernos creer que la democracia solo es votar cada cuatro años y seguir en la lógica de este Chile como una gran empresa y quien esté en la Moneda solo se comporte como un gerente general. Están aplicando el manual tantas veces utilizado por la Concertación para criminalizar fechas como el 11 de septiembre.
Desde nuestro lado debemos buscar esa tranquilidad de apoyar y empujar los procesos populares, hacer constantemente el ejercicio de memoria, de no bajar los brazos, de avanzar y resistir, porque tarde o temprano el pueblo va a encontrar su camino de liberación y dignidad, no al ritmo que muchos desean, pero siempre lo hará.
Sabemos que Chile puede ser distinto, estuvimos a una elección de experimentarlo, pero entendemos que con la calle movilizada no basta y con la batalla institucional tampoco. Habrá que encontrar esa combinación para desarrollar un proyecto nacional y popular. Seguramente nos demoraremos, pero si ellos eligieron la verdad mediática y vivir de las encuestas, nosotros escogeremos la verdad histórica, esa que se demora en aparecer pero que no se puede borrar.
Abrazos.
Movimiento Somos
0 comentarios