Linguisticamente revolucionario
Valeria Reyes Policroni, Coordinadora del Movimiento Somos
En todo el mundo estamos viendo una crisis política que con el tiempo se va agudizando, Chile no está alejado de esta situación. El 2021 fue un año de elección tras elección en nuestro país, dentro de ellas vivimos una de las más importantes, fue la del proceso constituyente, ya al pasar 9 meses el pasado 4 de septiembre votamos si esta nueva propuesta era validada por la gente o no, siendo rechazada por un 62% de la población.
El análisis de esta tendencia es muy amplia pero la que me hace más sentido a mí es la irresponsabilidad de quienes hoy están en cargos políticos y son presidentes/as de los partidos tradicionales, un claro ejemplo fue haber hecho entrega de 900 mil ejemplares del proyecto cuando el padrón electoral era de 15.076.690 millones de personas.
Creo que aún no se preguntan si realmente el sueño de cada una de las orgánicas han logrado entender lo que realmente la gente quiere y necesita o realmente ¿sienten que tienen la verdad absoluta por sobre la vivencia de la gente?
La fragilidad de sus discursos es tan grande que pareciera que es más importante el lingüismo ante el contenido, es un punto bastante complejo para realizar un proyecto con profundos cambios, ya que no se sabe si se están intentando convencer entre ellos o realmente quieren estar trabajando con y para la gente.
La realidad de la política chilena es una pelea para saber quienes es menos amarillo y populista (bajo nuestra autodefinición, mummys gold casino), pero resulta que es justamente esos dos conceptos son los que más separan, no solo al pueblo de la política, sino que también fracciona los mismos espacios políticos. Nombrar a cada minuto conceptos que solo le hacen sentido a las orgánicas y a ellos mismos, no elimina el hambre de las personas.
El pueblo chileno es complejo de analizar, pero también uno que ha sufrido mucho, como muchos pueblos en Latinoamérica, y ya no necesita más mentiras. Con cada proceso electoral gritan desconfianza, desacuerdo, pero al mismo tiempo querer participar y no hay espacio orgánico que dé el ancho para abrazar esas necesidades, sino más bien para alinearse con los convencidos.
Hoy la lectura política social es más amplia y más difícil, porque ya no es solo construir de lo que cada uno cree, sino de lo que cree la mayoría del pueblo, mediante la educación popular, brindando herramientas y tomándose espacios para reorganizar el tejido social.
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