NECESITÁBAMOS DESPERTAR
NECESITÁBAMOS DESPERTAR
Por Vicente Núñez, Coordinador de Somos Cerrillos
“La historia la escriben los vencedores”, sentenció el escritor inglés George Orwell. Actualmente, crecemos en una sociedad en que se nos educa desde pequeños con textos y libros que muestran la historia desde tan solo una perspectiva, la de quien la escribe, la de quienes sobrevivieron a las batallas y no quemaron sus escritos. Como señaló el poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wilde, “el único deber que tenemos con la historia es reescribirla”, pero esto supone un gran desafío, en qué fue lo realmente “real”, pues solo nos quedan relatos de voz a voz (tradiciones orales) o escritos y evidencia en ruinas arquitectónicas. Pero lo complejo de esto es que, al escribir la historia, no se cuente cómo realmente fue existiendo una gran carga subjetiva ya que existe una visión, unos intereses y unas decisiones de los historiadores que están influenciados por la sociedad en la que están inmersos dando una mirada sesgada por ideologías, imposiciones, miedos, etc.
La historia ha sido escrita por quienes tienen el poder de la época, por quienes dominan la tecnología, por quienes financian estos estudios, los que están en la punta de la pirámide con lo cual crean una conciencia subordinada a ella en la cual van creciendo, sometiendo a muchos y muchas a la misma, falta un pensamiento crítico frente de esta realidad que también crezca en y se refuerce en los estudiantes para que despierte la curiosidad de saber qué es lo que pasaba desde el otro lado, del lado de los sometidos, de los vencidos o de los aniquilados y desaparecidos, el sistema genera una suerte de relación muy pasiva de quienes son instruidos quedándose con lo que se les enseña y así logrando lo que el poder quiere: perpetuar u justificar injusticias, ser reconocidos y admirados, respetados generando estatus clasistas y que seamos subordinados a sus actos. Quien controla la historia también controla la verdad.
El ser humano busca la felicidad por naturaleza, para lograr ello, debe conocer la verdad, está verdad siempre busca imponerse aun existiendo mecanismo que intentan acallarla, por ello no es raro observar que haya quienes nos hagan creer en ilusiones como el “mito de la caverna” que narraba Platón, pero esta vez las sombras observadas dentro de la caverna son las que intencionalmente se nos proyectan para fabricarnos una realidad que le conviene al sistema.
Se nos regala falsa felicidad ofreciéndonos viviendas con ventanas a la pandereta del vecino, nos dan un “sentido” a nuestra vida con trabajos en los que sufrimos y sonreímos por miedo a perder nuestra “felicidad”. Albert Camus en la Calígula, pieza de teatro, menciona que “ver disipado el sentido de esta vida, ver que nuestra razón de existir desaparece, es insoportable. No se puede vivir si la vida no tiene sentido”. Quizás esto nos ha hecho sumisos a lo que se nos impone, a la Coca Cola que nos venden en la televisión, al vehículo que nos ofrecen, al trabajo que tenemos, a la historia que nos cuentan, tenemos miedo de cuestionarnos si la Coca Cola la queremos o solo es porque es lo que hay; tenemos miedo a tener un vehículo que queramos por miedo a que nos critiquen porque quizás “no es para hombres”, “no es para mujeres”, “es de viejos”, nos conformamos con lo que el mercado y la sociedad nos dice que es para nosotros; tenemos miedo a renunciar al trabajo porque “es lo que tengo, no sé hacer otra cosa”, “tengo buen estado económico con él” o un “me da para llevar el pan a la mesa”; tenemos miedo a cuestionar la historia, a enfrentar otras realidades, a salir de nuestras burbujas, a tener una visión distinta de lo que se nos dice que llamemos “realidad”.
La realidad que se nos presenta frente a nuestros ojos y que no somos capaces de ver desde el otro punto, está sesgada, gracias a que actualmente, por medio de los medios de comunicación como las redes sociales y la televisión se puede manejar esa realidad. Al criarnos como sumisos de una sociedad en la que se nos critica, margina y/o reprime por criticar, es fácil creer lo que nos dicen, es muy difícil cuestionarnos qué nos hace más sentido, nos quedamos con lo que los periodistas y comentaristas de un matinal de un canal en que los dueños son quienes condicionan nuestra realidad, ellos deciden qué es lo que se dice y censuran lo que no quieren que sepamos, y en el caso de que se nos presente, lo muestran como violento, de drogadictos, de locos y tenemos miedo a ser tratados así, por lo que le creemos y nos condicionamos a ello como nuestra realidad y nuestra verdad, como es la afirmación Aristotélica “La verdad es la Realidad” aunque muchas veces tenemos que observar quiénes son los que nos muestran esa realidad y ahí la controversia si esa realidad “histórica” es una verdad.
Albert Camus, en El hombre rebelde, establece “si no se cree en nada, si nada tiene sentido, si no podemos afirmar ningún valor, cualquier cosa puede permitirse y nada es importante (…)”, lo que es real. Con lo anterior, no digo que no creamos en nada de lo que se nos diga, que no le creamos a la propaganda de la televisión, que no le creamos a los rostros públicos, sino que debemos cuestionarnos, cuestionemos todo, hacernos la pregunta ¿qué pasaría si me pasara a mí?, ¿cómo sería si se hiciese de esta forma?, ¿quizás esta acción podría llevarse a cabo? Me gustaría que fuésemos realmente libres, libres en acción y en pensamiento, que seamos conscientes de que vivimos en sociedad y que somos todos y todas diferentes, que lo que haga tendrá repercusión en el otro, pero no por ello me voy a limitar, sino que voy a trabajar para que sea mejor para mí y para ese otro, o para que no afecte al resto, como menciona Jean Grodin en las páginas 100-101 Del sentido de la vida que “La felicidad es siempre la de los otros, puesto que estamos efectivamente al servicio de hacernos menos felices”.
Si bien, en la página 24 Del sentido de la vida,Grodin dice que “(…) en el reino animal, el hombre es el único ser que puede ir más allá de sí mismo o, dicho en otras palabras, que puede reconocer un sentido a su existencia”, en el mundo actual, los entes que componen a la sociedad no despiertan el interés por descubrir el sentido de su existencia, muchos no le encuentran el sentido a la vida y se dan por vencidos, se hacen esclavos del tiempo, del trabajo, aparentando una bonita sonrisa para “poder llevar el pan a casa”, y con ello se conforman. Esto se puede entender porque quizás se criaron con el sueño y propósito de vida de lograr una meta, de tener una casa, un vehículo, un empleo y una familia, pero una vez logrado todo esto ¿qué? Quizás algunos encuentran el sentido de su vida por medio de las ideologías religiosas, pero conozco a muchos que dicen encontrar este sentido con la falsa sonrisa en la cara, por miedo a perder lo que se ha logrado y no se busca el por qué que cada quién necesita.
Actualmente, quienes defienden la libertad, son quienes la restringen y la condicionan; quienes dicen condenar la violencia, son los violentos; quienes llaman resentidos al resto, son los realmente resentidos.
Viktor Frankl, en El hombre en busca de un sentido, establece que “El sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio (…) Uno de los postulados básicos de la logoterapia estriba en que el interés principal del hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrar un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que su sufrimiento tenga sentido”, y esto es de lo que quienes dominan las sociedades se aprovechan ya que como el ser humano busca condicionar sus sufrimientos para darles un sentido, así se van creando las condiciones de sufrimientos para darnos esa falsa sensación de bienestar propio al superarlos, hacernos parte de lo que quieren y ciegos a lo que nos hacen.
Nietzsche ya lo adelantaba en la Voluntad del poder, donde establece que “Lo que yo cuento es la historia de los siglos que se aproximan. Y describo lo que viene, lo que no tiene más remedio que venir: la irrupción del nihilismo”, pero “¿Qué significa el nihilismo? Que los valores supremos se han desvalorado. Falta de fin: falta la respuesta al porqué”. Lo que se cumple en las sociedades actuales, donde la gente ya no busca el porqué de las cosas, ya no se cuestionan lo que les entregan, solo lo reciben sin cuestionarlo para no hacerse el problema de ser criticados o de que se les margine.
Pero, en este último año, las sociedades necesitaban despertar, necesitaban darse cuenta de que deben ser ellos quienes construyen su verdad, de que no existe una verdad absoluta, que deben cuestionarse todo, pero no en el sentido de la crítica o de la destrucción, sino que en el sentido de construir un mejor futuro propio y en comunidad. Jean Grodin, en la página 144 Del sentido de la vida, menciona “¿En qué consiste esta esperanza? A riesgo de resultar tautológico, consiste en la esperanza de que vale la pena vivir la vida, de que merece la pena vivirla para otro, porque el otro espera algo de mí y yo puedo responder a esa espera o, mejor aún, rebasarla. Lo consigo al hacerle la existencia menos cruel, más justa, más libre, pero también más tierna; en una palabra, más sabrosa y más sentida. Esto no es más que otra manera de decir que la vida debe ser vivida como si debiera ser juzgada”. Este debe ser el objetivo de toda sociedad, donde quienes tengan más poder hasta quienes no posean poder alguno, deben esforzarse en ser felices, pensando en que el otro también debe ser feliz. Y esto es lo que se espera al crear una nueva base para la sociedad, que todos y todas tengan la posibilidad de ser felices, da igual la condición, estatus, etnia, grupo etario, etc., crear una sociedad en que cada cual tenga lo que realmente merece por el trabajo y contribución que hace a la misma. El ser humano actual necesitaba despertar para no ser esclavos modernos, para encontrar el sentido, para ser humanos.
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