[Columna] “SOLO EL PUEBLO AYUDA AL PUEBLO”
Hace uno días atrás, me informé con mucha alegría, a través de las redes sociales, que en la Comuna de Lo Espejo, se han organizado 75 ollas comunes, considerada una de las comunas más pobres del país.
Con esta información, podríamos decir que si en cada olla común pudiéramos tener una cobertura 1.300 personas, tendríamos cubierta al 100% de la población, lo cual sería una victoria de la economía de la solidaridad, del desarrollo comunitario, el cooperativismo, de la soberanía territorial, el asambleísmo y de la ayuda mutua.
El número de 75 ollas comunes funcionando, recabada por Lo Espejo Solidario, que es el grupo que ha sistematizado la información. De verdad, que sobrepasa todas las iniciativas que se realizaron durante los años de la Dictadura Cívico Militar, que nos mantenía con hambre y represión, para engrosar sus cuentas bancarias. Por razones económicas y policiales recuerdo a lo más 10 ollas comunes, que funcionaban en distintas parroquias y capillas del sector, cuando la Iglesia Católica, declaraba un compromiso cristiano con la opción preferencial por los Pobres y que a través de sus Comunidades Eclesiales de Bases, realizaban una lucha por la justicia social. Lamentablemente, me acabo de enterar que el Estado Vaticano, representado en Chile, por la Conferencia Episcopal, ha prohibido a las Comunidades y Presbíteros, organizar Ollas Comunes en las parroquias y capillas. ¡Como añoramos al Cardenal Raúl Silva Henríquez!
Por la cantidad de Ollas Comunes funcionando en Lo Espejo, me surgieron algunas reflexiones que considero necesarias compartir.
¿La implementación de estas iniciativas, se deben por razones Humanitarias o por razones electorales? Considero importante detenerse en esta situación, porque el cobrar con votos las iniciativas que tiene como objetivo aminorar el hambre en la población, son como en la perspectiva que manifiesta Paulo Freire, en la Pedagogía del Oprimido, sobre la falsa bondad de los opresores hacia los oprimidos para mantener el orden de las cosas sin ninguna alteración. Además me recuerda la minuta que recibieron los funcionarios públicos para entregar las 5 millones de cajas de mercadería y obtener un registro fotográfico, donde se refleje la emoción de los beneficiarios y la mención específica de que la caja era gracias al presidente de la república, algo así como en la Rusia Zarista, donde hasta la lluvia, las cosechas, la salida del sol, el estar sanos era porque el ZAR había tenido una conversación con Dios y que Dios se mostró misericordioso y bondadoso con los súbditos del ZAR, mil gracias y bendiciones al bondadoso ZAR.
Aquí me detengo y me pregunto ¿tenemos posibilidades de ganar, en el campo de acción de aquellos que tienen más recursos monetarios? ¿Cuánta es la capacidad económica para mantener funcionando las ollas comunes?
En este tipo de iniciativas, son importantes, por un lado la FOCALIZACIÓN, aspecto de una gran importancia. Como ejemplo deseo recurrir a los Traperos de Emaús, organización que funciona en la Santa Olga, desde hace mucho tiempo y que hoy adquiere gran relevancia, porque su accionar está focalizado en la Personas en Condición de Calle, no tan solo con un plato de comida, sino que también en temas como vestimenta, aseo, atención de salud, albergue etc. Entonces las Ollas Comunes que están funcionando en Lo Espejo: ¿tienen un foco definido y establecido? ¿Cuáles podrían ser los focos o a las personas que deberíamos entregar un aporte calórico? En el caso de esta emergencia sanitaria, creo que deberían ser:
- Las familias que tienen un integrante con COVID, para que no tengan que salir a realizar compras.
- Los adultos mayores, por qué son la población de mayor riesgo y por qué además no cuentan con pensiones decentes ni dignas.
- Las personas en condición de calle, que no cuentan con las mínimas condiciones para elaborar sus comidas.
- Las familias, dónde los que trabajan pudieron optar a la gran ley de protección al empleo, pero ya se les está acabando “ese beneficio” y lo más probable es que los despidan y por lo cual deberían ser familias que necesitan este tipo de apoyo.
No me interesa dar directrices sobre el tema, así que cada organización de la Olla Común debe definir la focalización y cobertura que puede realizar.
Otro aspecto de interés es el APORTE CALÓRICO. Considero que como mínimo debemos ser capaces de superar el aporte calórico que los Nacional Socialistas y sus fuerzas de ocupación le entregaban a los confinados en el Ghetto de Varsovia, o si lo prefieren, a los que estaban condenados a trabajos forzados. Por lo tanto, tomando la experiencia que tuvimos en este país con la Dictadura Cívico Militar, considero que deberían funcionar, mínimo 5 días a la semana, la cobertura es un tema que se debe definir cada organización. Por otra parte como un dato alimenticio, los famosos porotos con rienda, aportan aminoácidos y proteínas esenciales de mejor calidad, que las que obtenemos de carnes blancas y rojas.
Antes de terminar, deseo mencionar a Ivonne Isla, una mujer que conocí en la parroquia San José Obrero, cuando éramos unos adolescentes y a quien pude ver por última vez, pasando por Buenaventura en su féretro el día domingo 28 de junio. La Ivonne y su hermano el Leo, estaban trabajando en la Olla Común del 6 poniente con 7 sur, en donde ella y su hermano se contagiaron; espero que el Leo se recupere pronto.
Con esto deseo manifestar mi admiración por aquellas personas que están trabajando por nuestros compatriotas y arriesgando su vida. El contar con personas de esta envergadura y de este compromiso nos hace tener esperanza en que somos capaces de construir una sociedad dónde sea el ser humano el centro, el principio y el fin. Donde el ser humano y el trabajo estén por sobre el capital y su desmedida codicia.
Fernando Vilches Céspedes, Vocero de Somos Santiago Sur
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